jueves, 29 de junio de 2017

III PARTE¿Realmente lo que transmite un haiku de lo Sagrado es tan importante? HAIKU DÔ : EL CAMINO DEL HAIKU EN ESPAÑOL 3ª PARTE (ARTÍCULO ESCRITO PARA LA GACETA HELA Nº 34, EL HAIKU A DEBATE)





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¿Realmente lo que transmite un haiku de lo Sagrado es tan importante?

En el libro “El espacio interior del haiku”  editado por Shinde, su autor Vicente Haya escribe:
Cuando uno por primera vez en su vida se encuentra con haiku japonés, no da crédito a lo que lee. El haiku que ahora citamos podría ser un típico ejemplo:
 (Haku-un)
Shika no ashi
yoromeki hososhi
kusamomiji

Las patas delgadas del ciervo
dan un traspiés
La hierba roja de otoño

…Un ciervo que da un traspiés en la hierba….Y, ante eso, surge inevitable la pregunta del lector occidental profano en la materia: “Realmente, ¿tiene esto importancia como para escribir un poema?”.
Para el alma japonesa está claro: si un traspiés de un ciervo de patas delgadas no tuviera importancia, la realidad misma se desplomaría. No habría nada capaz de resistir la eliminación de un instante que ya hubiera sucedido; la puesta del sol, la presencia luminosa de la luna en el cielo estrellado, la llegada de la primavera, la nieve cubriendo los campos…, todo se desharía como polvo al viento si un traspiés de un ciervo fuera algo indiferente. El poeta japonés sabe, aunque no lo formule, que cualquier cosa importa porque pertenece al todo, a la realidad que no puede ser si no como es. La realidad va siendo formada por lo que sucede, y lo que sucede es el resultado de los seres, con sus características naturalezas. Atender a estas naturalezas es el único rito que se nos pide en nuestro camino de “realización”, de transformación de nosotros mismos en la realidad que nos asombra.
Hablamos de coexistencia y por tanto de corresponsabilidad.

Pero ¿qué entiendo por haiku de lo Sagrado?

Para mí, es el resultado de una experiencia conmovedora al entrar en contacto con ese “espacio misterioso e inconmensurable” que es la Naturaleza y que enraíza con una forma de expresión atávica ligada de alguna manera,  a esos poemas breves primitivos que no utilizaban la abstracción si no la concreción.

Es contactar en silencio con el Silencio, atenta y abierta para que lo que ocurre - y siempre está ocurriendo-  pueda resonar. Pero ¡cuidado! sin expectativas, sin avaricia. No como una coleccionista o una cazadora de haiku. Si lo acechas es probable que no lo encuentres.

Para  conocer y por lo tanto amar el haiku,- como bien apunta José María Bermejo en su prólogo de Instantes- has de acercarte  a él con la misma actitud que Sen no Rikyû exigía para la Ceremonia de Té :
Con wa, armonía; kei, respeto; sei, pureza y jaku, quietud.
Casi nada… Y ahora me surgen las lógicas preguntas: ¿Qué tiene de armonioso una autovía? ¿Qué respeto mostramos cuando destruimos un río y condenamos a muerte a sus habitantes para pasar un oleoducto? ¿Qué pureza dejamos tras el paso de un pozo de fracking por el bosque, por la tierra violentada? ¿Qué quietud se respira en una ciudad en hora punta? Es más, en esta sociedad que se auto proclama civilizada, ¿se valoran estos principios?

El haiku nos da la oportunidad de pisar con suavidad la tierra y dejar una huella pacífica a nuestro paso.

Rayo en la noche; 
la cabra tensando 
su propia soga.
Sergio Pinteño (España)
sol de noviembre.
de una tumba a otra
hilos de araña
Frutos Soriano(España)

Nubes de lluvia.
Cada tanto la luna
alumbra el cerezo

Mary Vidal (Argentina)

Unas hormigas 
en el racimo maduro. 
Viento del norte
Julia Guzmán (Argentina)

Otro pollo muerto
entre las rocas.
Vuelo de pelícanos

Lester Flores (Cuba)

Viento solano.
Los becerros se embisten
camino al río.
Roberto Miguel Escaño Pérez (República Dominicana)



Mercedes Pérez


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