martes, 15 de noviembre de 2011

EL PRÓLOGO INÉDITO DE "70 HAIKUS Y SENRYÛS DE MUJER" SUZUKI MASAJO, KAMEGAYA CHIE, NISHIGUCHI SACHIKO






Nota: Por motivos que desconozco, el imprescindible prólogo escrito por Vicente Haya, del libro "70 haikus y senryûs de mujer", no ha sido publicado. Creo que la información clarificadora que aporta hace necesaria su publicación por este medio, al menos hasta que en la próxima edición, la editorial Hiperion lo incluya.Gracias.




AGRADECIMIENTO

Las versiones poéticas de un buen número de estos haikus
y el acercamiento de las mismas al metro 5-7-5,
cuanto se ha podido, se debe a Jesús Munárriz.

PRÓLOGO




Sobre la presente edición

Tres mujeres japonesas del siglo XX, muy diferentes entre sí, y con tres distintas propuestas estéticas en su haiku merecían compartir una antología. Hemos seguido un orden de presentación según su mayor o menor celebridad y según la importancia de sus publicaciones.

En primer lugar, la novedad que supone Masajo es sin duda el incorporar el tema amoroso-sexual. Por supuesto que cuando Masajo escribe haikus más tradicionales logra muchas veces una gran belleza, y en esta antología hemos recogido alguno de sus haikus más impecables:

Fuyu no yo no kagami ni utsuru mono ni ware

Noche de invierno.
Cosas que se reflejan
en el espejo: yo”

Onna hitori mezamete nozoku hotaru kago

Una mujer sola.
Se despierta y mira
la caja de las luciérnagas


Pero la novedad de su obra reside en la no aceptación del apartheid del tema del amor en el haiku. Cuando le preguntaban si era consciente de la fuerte conmoción que su poesía producía en el mundo del haiku, al tener la misma forma métrica que el haiku pero hablar de amor, contestaba: “No pienso verme involucrada en un doble suicidio con el haiku (matarlo a él mientras él me mata a mí). Si tengo que elegir entre el haiku y el amor, tiraré el haiku”
Kamegaya Chie es una japonesa emigrante en Canadá y su haiku está fuertemente contagiado de la modernidad poética occidental y patetismo. Sorprende, por ejemplo, la introducción de la temática del cáncer:

Oi ware no shinkei nibuku gan to shiru

Tan vieja estoy…
Ni me inmuté al saber
que tengo cáncer


o la distorsión ocasional de la forma poética:

Sayamame no yubi ni tsumetaki asa o tsumu

Cosechando la soja
con mis dedos, recogiendo
la frialdad de la mañana


Por último, está el haiku seco y difícil de Nishiguchi Sachiko, para paladares exigentes. El haiku de Nishiguchi es Japón en estado puro: ausencia total de pretensión. A los amantes del haiku habrá que advertirles que el “sabor de haiku” (haimi) que buscan no es el corazón de Issa ni la contundencia de Bashô sino la sencillez de cada uno de los instantes que conforman nuestra vida, eso que tan magistramente reflejan los haikus de Nishiguchi. O más todavía, como si hubieran sido escrito por un Buson que tuviera la absoluta certeza de que iba a ser olvidado por la historia y así y todo siguiera escribiendo. Como si fuera una especie de Shiki que ignora qué clase de desafío está constituyendo su poética. Lo que más me impresiona de Nishiguchi es cómo no discrimina lo bello de lo feo, lo vulgar de lo maravilloso, cómo puede hablar lo mismo de bosques, que de aspirinas, de hojas caídas, bomberos, pintores, cascada, béisbol, peregrino, mar, triciclo…

Akihenro koinraundry no jun o matsu

Un peregrino en otoño
hace cola
en la lavandería

Sakuganki fui-ni taka naru murashigure

Crece de pronto
el ruido de la perforadora.
Chubasco en la aldea


Diferencias entre haiku y senryû

El senryû tiene el mismo metro que el haiku clásico (5-7-5) y ciertos elementos que pueden coincidir con el haiku erótico y con el cómico, pues su temática es precisamente lo sarcástico, lo ingenioso, lo crítico, lo obsceno. Pero el senryû no es haiku porque carece de elegancia, de profundidad, de naturalidad, de falta de intencionalidad, de objetividad…, en definitiva, de todo lo que constituye el “sabor de haiku” (haimi). No es sólo que no tenga “palabra estacional” (kigo), referencia a la estación del año, porque a veces un poema tiene kigo y sigue sin ser haiku, y en ocasiones un haiku no tiene kigo y no por eso deja de ser haiku (es el caso de los mu-kigo haiku).

En esta antología de tres mujeres japonesas del siglo XX encontramos no sólo haikus, sino algunos senryus. Particularmente, dentro de la obra de Suzuki Masajo. Entre ellos, este:

Nyotai hiyu shiireshi uo no sore yori mo

Cuerpo frío de mujer.
Más incluso que el del pescado
que acababa de comprar


En realidad, a Suzuki Masajo no parecía importarle demasiado si lo que en ocasiones escribía eran senryus, haikus o cualquier otra cosa.
Masajo quiere hablar de lo que le importa, de ella misma y sus sentimientos: una anciana que ha tenido muchos amantes y que en la vejez siente su cuerpo frío incapaz ya de despertar a la vida del sexo y el amor. Necesita hablar de ello y lo hace, simplemente.

Un senryû más –senryû extraño, espeluznante- de Shûchiku:

Efumi shite nembutsu môsu omina kana

¡Una vieja pisoteando
una pintura de Cristo
mientras recita el Nembutsu !


Este poema no tiene «sabor de haiku» (haimi), aunque tenga su metro. Es una escena del mundo, de acuerdo, pero carece de la mínima armonía. Estamos ante un senryû: una estrofa de metro 5-7-5 que responde como el haiku a algo que ha ocurrido en presencia del poeta pero con un tono diferente -satírico, obsceno, crítico- y con una diferente temática –lo sexual, lo ridículo, lo absurdo…, normalmente, del mundo humano-.

Una vieja dando saltos sobre un cuadro de Cristo ni siquiera parece una escena de la vida japonesa... No parece una escena de la vida japonesa y sin embargo lo fue durante siglos (desde 1628 a 1857): el acto inquisidor por el que las autoridades, en persecución de japoneses convertidos al Cristianismo, hacían pisotear al sospechoso un cuadro de Cristo. En el caso que recoge Shûchiku, la anciana no sólo se conforma con pisotearlo tal como se le ha pedido sino que al mismo tiempo da prueba de ser una buena budista recitando el Nembutsu.

Otro caso similar sería ese senryû que dice:

Susamaji ya onna no megane toshi no kure

¡Qué espanto!
Acabando el año
una mujer con gafas…


Es muy dudoso que pueda entrar en la clasificación de “haiku” algo con tan mal gusto –ni siquiera un mal gusto transgresor e intencionado, en realidad pura ideología machista proyectada sobre el haiku.

Un último senryû, esta vez de Matsumoto Kyoko:

Chichi yoeba ebi no katachi ni sukitôru

Cuando papá se emborracha,
toma la forma de una gamba
y se vuelve transparente


Podría establecerse un cambio de opiniones sobre si éste que acabamos de citar es un haiku cómico porque tiene ebi (gamba) como “palabra estacional”. Pero, si se diera una discusión así, nuestro posicionamiento sería claro: este haiku no nos dice nada de la naturaleza de las gambas. Nos habla de un viejo borrachín que a los ojos de su hija -cuando está bebido- su voz se aclara y su misma figura adopta la forma de una gamba. Es evidente la naturaleza intrascendente y la intención frívola que alienta este senryû de Matsumoto Kyoko.

¿Cuáles de los poemas de Masajo que presentamos serían senryû? Aparte del ya citado número 19 (Nyotai hiyu shiireshi uo no sore yori mo), nos inclinamos a considerar senryû los poemas 10. Ume aoshi onna no moteru warudakumi (El verde ciruelo y una mujer tentada por un plan perverso), 12 Karisome no otto no zabuton hanagumori (Un cojín para el esposo que he tomado prestado. Cielo nublado), 17. Bîru kumu dakaruru koto no naki hito to (Sirvo una cerveza a un hombre –o a unos hombres- que no puedo abrazar).

Luego están muchos otros que más que probablemente sean senryus (11. Kareshiba no ki mo me ni itashi somukitari, 13. Hito wa nusumedo mono wa nusumazu sudare maku, 14. Shiratama ya aisu hito ni mo uso tsuite, 15. Hakutô ni hito sasu gotoku ha o irete, 16. Somukishi tsuma no haka tannen ni arai keri). Y, finalmente, hay algunos que esperan el dictamen final de la sociedad japonesa. Me refiero a aquellos haikus en los que el erotismo, la temática de la infidelidad o la culpabilidad están ausentes, y sólo se habla de amor. Por ejemplo, 9. Shinôka to sasayakareshi wa hotaru no yo (traducible por “¿Nos matamos por amor? Me susurró al oído una noche de luciérnagas) o 8. Waga koi ya akikaze wataru naka ni ari (Sopla el viento de otoño, mi amor va dentro).


Breve resumen de las biografías de las tres poetisas

Vida de Suzuki Masajo

Lo que sabemos de la vida de Masajo se lo debemos a Susumu Takiguchi y Emiko Miyashita. Suzuki Masajo (cuyo verdadero nombre fue Masa Suzuki) nació en 1906 y murió en 2003 a los noventa y cuatro años. Con sólo cinco años sufrió la muerte de su madre, que contaba tan sólo veintisiete años. Su padre volvió a casarse con una geisha de la misma edad de su madre. Masajo era la más joven de tres hermanas. La mayor de ellas murió pronto, a los treinta y tres años, dejando cuatro hijos pequeños. A la muerte de su hermana, Masajo tenía veintinueve años y hacía diez meses que había sido abandonada por su marido, dejándola con una hija de tres años. De su marido, un comerciante al por mayor con grandes problemas por deudas de juego, no volvió a saberse nada. Es entonces cuando la familia de su marido le arrebata su hija, mientras que su propia familia le obligan a volver a su aldea natal y hacerse cargo de los cuatro hijos de su hermana, casándola a la fuerza con su cuñado. Al año siguiente, moría su padre. En tres años había perdido a su hermana, a su marido, a su hija, a su padre, y se veía casada con un hombre diez años mayor que ella al que no amaba y cuidando a cuatro hijos que no eran los suyos. Al tiempo que, al hacerse cargo –también a la fuerza¬– del ryokan familiar en Kamogawa que antes atendía su hermana mayor, no se le permitiría desde entonces ir a Tôkyô para ver a su propia hija. Es en estas circunstancias cuando tiene lugar la gran historia de amor de Masajo con un oficial de la marina siete años menor que ella que se encontraba en una base naval cercana a Kamogawa y al que la historiografía japonesa recuerda por sus siglas –Y.M.– como si de un delincuente se tratara. Esta historia de infidelidad llenará de sentido y en ocasiones de culpabilidad el corazón de Masajo y durará cuarenta años, hasta la muerte de su amante en 1977. Una nueva desgracia se abatió sobre Masajo a los cuarenta y nueve años. En un viaje que hizo a Tôkyô para llevar algunas copias de su primera antología de haiku, arde el ryokan Yoshida-ya hasta no quedar nada. El fuego, ese enemigo natural de un país de madera y papel, arrasaba el negocio familiar y la dejaba sin nada. Tras la reconstrucción del ryôkan su marido se divorcia de ella quedándose con todo, ya que podía demostrar el adulterio. Sin hogar, sin trabajo, corren a socorrerla sus amigos, quienes le prestan a fondo perdido dos millones de yenes, con los que abre un pequeño restaurante en Ginza llamado Unami, que atendió personalmente su pequeño restaurante hasta los noventa años.

Vida de Kamegaya Chie

Extraemos la biografía de Kamegaya Chie (1909-1994) de las notas biográficas de Diana Hartong. Por ella sabemos que nació en una familia de samurais de Odagawa. Con sólo siete años se ve huérfana de padre, junto con sus cinco hermanos, que su madre tiene que sacar adelante. A pesar de la pobreza en que se ven sumidos, el espíritu samurai de la familia les hace no perder en ningún momento la dignidad. Chie consigue estudiar y convertirse en maestra, y es enseñando en Tôkyô como conoce a su futuro marido. En 1931 decide emigrar a Canadá junto a su marido, donde encuentran trabajo en la Japanese Language School. Allí morirá su marido en 1972 y allí se quedará hasta su muerte, no siempre trabajando en la docencia. Por ejemplo, trabajó nueve años como jefa de cocina en un reformatorio de chicos problemáticos en New Denver. En 1987 recibía la Medalla del Emperador de Japón por el trabajo desempeñado en bien de la comunidad en Canadá. A su muerte, en 1994, llevaba viviendo sesenta y tres años fuera de Japón.

Vida de Nishiguchi Sachiko

Los escasos datos que tenemos de la vida de Nishiguchi Sachiko se deben a Fujisawa Yurie, nieta de la poetisa. Nishiguchi Sachiko es una venerable anciana que tiene actualmente tres hijas, siete nietos, y tres bisnietos. Nació en Kaminakacho (Tokushima) en 1925. Sus padres eran dueños de un albergue tradicional (ryokan). Se casó en 1943. Su vida transcurre en el cuidado de su familia y de su pequeño huerto en Sakuradani, una aldea de cuarenta casas en el corazón de Shikoku, la más tradicional y hermosa de las regiones japonesas. Por dar sólo un dato significativo, su casa y el comercio más cercano distan una hora y media en coche. Su maestro de haiku fue Takai Hokuto (高井北杜). Profundamente japonesa, apenas entiende que su obra merezca ser publicada ni traducida, remisa a escribir nada parecido a una biografía. Se define a sí misma como “una de esas malas hierbas que hay en el haiku en Japón”.







Vicente Haya








Barcelona, 1 de febrero de 2009